¿QUÉ ES UN AHUIZOTL? Regresar a Ahuizotl-3 Correo Mapa de Sitio


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  Ahuizotl [/ah-gui-so-tl/] Espinoso de agua,
-a: alt, agua; -hui: -huiztli, espina; -olt: cualidad o escencia. [Garibay, 1965, p.53]

Ahuizotl ataca a pescador
Códice Florentino: Ahuizotl ataca a un pescador

Muchas leyendas giran en torno a nosotros, a tal grado que muchos consideran que somos una fantasía de un pueblo indio supersticioso. Nadie nos ha podido catalogar científicamente puesto que no se han encontrado restos de un Ahuizotl o posiblemente han sido mal clasificados como otros animales (como las zarigüellas o tlacuaches). Si se nos toma como seres mitológicos, también damos dolores de cabeza a los científicos, puesto que los conquistadores españoles definieron claramente en sus memorias que nosotros somos una especie distinta y única del "Nuevo Mundo". Lo cual echa en tierra la posibilidad de que seamos completamente imaginarios. Nuestro hábitat corresponde a cualquier gran volumen de agua (lagos o ríos), en una zona comprendida entre los estados mexicanos de Durango a Yucatán, pasando por la Cuidad de México, antigua capital azteca de Tenochtitlán. Por ello, muchos pueblos indígenas hablaron sobre nosotros en sus códices, genealogías, historia oral y leyendas.

El Códice Florentino es una obra enciclopédica sobre los pueblos indígenas de México, compilada por Fray Bernanrdino de Sahagún después de la conquista española. En esta obra él nos describe con algo de justicia: "Un Ahuizotl es del tamaño de un perro con orejas puntiagudas, manos como de mapache o mono, cubierto con una pelambre de color gris oscuro a negro de consistencia resbalosa. Parecen hechos de hule." Nuestra piel parece de hule porque somos animales semi-acuáticos como el castor y nuestra piel cuando está mojada absorbe agua para nadar mejor. Cuando estamos secos, nuestro pelambre se asemeja a la del perro o lobo, pero con una textura que hace creer que es de finas púas y no de pelo común.

[Crestomatia] Ahuizotl
Ahuizotl (Tomado de Dungeons and Dragongs - Fiend Folio, Wizards of the Coast/Hasbro, 2002)

Nuestra forma de cazar es como la de cualquier otro predador acuático, sorprendemos a nuestras victimas y las mordemos fuertemente para que no escapen. Cualquier animal marino es un buen bocado para nuestros estómagos, incluso uno que otro humano descuidado puede servir de entremés para los Ahuizotls menos exigentes o muy hambrientos. Sin embargo, no somos muy grandes y con tamaño tan pequeño no nos alimentaríamos de cualquier animal, incluso seríamos presas de muchos predadores incluso de los humanos. Entonces, ¿por qué nadie se atreve a molestarnos?

Muchos científicos sostienen la teoría de que los animales evolucionan para acoplarse a su hábitat. Sin embargo, cuando ellos ven como evolucionamos los Ahuizotls, se niegan a creer en que sea posible un cambio de esta naturaleza. Nuestra cola no es solo es un apéndice para comunicar estados de animo o para agarrar cosas como sucede en otros animales. Nosotros tenemos una quinta garra o mano especial en la punta de cola la cual, es tan hábil y fuerte como las otras manos "normales". Con esa ayuda extra, nuestra presa simplemente no tiene escapatoria, podemos hacer fuertes remolinos y nadar más rápido que otros cazadores. Así, quien desee atraparnos, sabe el peligro al que se expone.

[Crestomatia] Ahuizotl

Ahuizotl (Dibujo de Verreaux © 2005-2006)

Sahagún continúa su relato hablando sobre los remolinos que podemos hacer, éstos pueden lanzar peces y ranas fuera del agua. Incluso menciona nuestros famosos chillidos agudos, los cuales aterrorizan a cualquiera que los escucha. Aunque despectivamente los compara con el llorar de un recién nacido humano, tal vez fue lo único con lo que pudo compararlos. No falta la leyenda azteca que menciona que estos sonidos son nuestros tristes lamentos por no poder probar carne humana.

Por supuesto, como los humanos están en la dieta de muchos de nosotros, Sahagún se enfoca en describir con detalle el desagradable proceso: "[..] En medio del oleaje espumoso, la victima se hundía en el agua y el Ahuizotl la llevaba hasta su cueva debajo del agua, donde le arrancaba los ojos, los dientes y las uñas. Posteriormente, cuando el cadáver era arrojado a la superficie, los únicos autorizados para recogerlo eran los sacerdotes de Tlaloc, ya debían sepultarlo en alguno de los cuatro templos dedicados a él. [..]"

[Crestomatia] Ahuizotl

Ahuizotl (Dibujo de Verreaux © 2005-2006)

Un dicho común entre los aztecas decía: "Que este que así moría era por una de dos causas: Era muy bueno y por su bondad los dioses tlaloques lo querían en su paraíso o por que tenía una piedra preciosa de jade en su poder (piedra atribuída a elemento del agua), de lo cual los dioes tlaloques estaban enojados". Así, los aztecas atribuían nuestra cacería diaria "por la chuleta" con el cumplimiento del designio de los dioses. Por eso la gente nos temía y no se atrevía a cazarnos por temor a un castigo. Con tal "tarea divina" encima de nuestros peludos hombros, virtualmente no teníamos enemigos y podíamos vivir en la fiaca.

Muchos zoólogos han querido clasificarnos, comparándonos con animales buenos para nada como el Yapok (Chironectes Minimus) un tlachuatle anfibio carnívoro muy fiero como nosotros pero sin rastro de inteligencia; La Nutria que mas grande que nosotros, sin embargo es vegetariana y muy tímida; O el Castor, aunque no se parezca en mucho a nosotros. ¿Como se atreven a compararnos con ellos? La principal razón de sus teorías se basan en la descripción sobre el Ahuizotl de Francisco Javier Clavijero 200 años después de Sahagún: "[Un] Cuadrúpedo anfibio que por lo común vive en ríos de la tierra caliente. El cuerpo tiene un pie de largo, el hocico es largo, agudo y la cola grande". Sin embargo, con nuestra mano extra se topan de nuevo con un problema, las nutrias no son carnívoras por naturaleza (dejemos al lado una situación de peligro). Y tienen orejas redondas, las nuestras son puntiagudas.

* Octavo Tlatoani: Ahuizolt o "perro de aguas" (1486-1502)

Tlatoani Ahuizotl (Suposición)
Suposición de la apariencia del rey Ahuizotl basado en códices aztecas

Si fuera sólo por los zoólogos nosotros no tendríamos tantos dolores de cabeza. Pero es necesario que te cuente sobre el Octavo Tlatoani (rey azteca) que se llamaba Ahuizotl. El uso del nombre Ahuizotl muestra que es una palabra común en el idioma Nahualt. Sin embargo, al Tlatoani Ahuizotl en los códices aparece con el glifo de un perro con agua en la espalda y la cola enrollada, de ahí que por muchos siglos, los eruditos de la historia prehispánica mal llamaran al Ahuizotl, "perro de aguas".

Hablemos un poco sobre su historia: Desde su proclamación como Tlatoani a la muerte de Tizoc, Ahuízotl se caracterizó por su bravura y ferocidad. Pero era un emperador muy cruel, llevó a cabo una campaña contra los pueblos vecinos de los mazahuas y los otomíes de la cual obtuvo muchos prisioneros que se sacrificaron el día de su coronación. Y cuentan las crónicas que Ahuizotl era un devoto rey, durante la reinauguración del Templo Mayor, más de veinte mil prisioneros fueron sacrificados para la consagración del edificio. Los tributos que exigía a las ciudades conquistadas consistían principalmente en un gran número de personas para ser sacrificadas casi a diario en sus ceremonias. Por esto, los aztecas eran considerados como tiranos despiadados, una oportunidad que unos hombres blancos venidos del mar del este no dejarían escapar.

Aparte de los prisioneros para ofrendarlos a los dioses, los pueblos vencidos veían como las tropas aztecas saqueaban e incendiaban sus aldeas. Imponían en su lugar las costumbres y leyes del conquistador, obligando a los vencidos a proveer de todo lo necesario para el mantenimiento del imperio: Comida, vestido, adornos, animales, piedras preciosas, plantas, etc.

En su reinado, Ahuizotl logró ampliar el imperio azteca desde la sierra Huasteca en el sur de México hasta Guatemala. Sin embargo todas estas conquistas no eran sólo obra de Ahuizotl, él sólo dio continuidad a la obra de Tlacaelel un alto consejero estratega que murió en el reinado de Ahuizotl, que era el verdadero cerebro de las conquistas aztecas. Vicente Riva Palacio lo describe como: "[..] Brazo de Izcoatl, cerebro de Moctezuma Ilhuicamina y alma de los tres hermanos Axayácatl, Tizoc y Azhuizotl.[..]"

Tlatoani Ahuizotl
Códice representando al Tlatoani Ahuizotl

Irónicamente tanta crueldad y vanagloria un día se volvió en contra de Ahuizotl y su pueblo. Contra la opinión de muchos dirigentes y consejeros reales, Ahuízotl mandó la construcción de un acueducto que traería agua dulce desde el vecino reino aliado de Coyoacán. No era necesaria tanta agua para la cuidad, pero el emperador mandó plantar jardines y terrazas en honor a su poderío y grandeza, por lo que el agua para el pueblo escaseaba. Uno de los dirigentes que más se opuso a la obra era Tzutzuma señor de Coyoacán, que advertía sobre la fuerza de la corriente del agua del río de donde se surtiría el acueducto, la cual era muy irregular y podría inundar la cuidad.

Esa ligera y fundada oposición le bastó a Ahuizotl para ordenar la ejecución inmediata por ahorcamiento del traidor. Varias tropas viajaron a Coyoacán a detener a Tzuzuma, pero cuenta la leyenda que el señor de estas tierras era un Nahual (Hechicero azteca) que se transformó en varios animales: Águila, jaguar y serpiente, uno por cada vez que lo intentaron capturar, con lo cual pudo escapar de los guerreros Tequihua. Al verse humillado, el emperador amenazó con destruir Coyoacán si no se entregaba su líder. Así, finalmente Tzuzuma se entregó para salvar a su gente y fue ahorcado; antes de morir predijo que muy pronto la inundación de Tenochtitlán vengaría su muerte.

El acueducto quedó terminado en 1499 gracias al sudor de muchos esclavos. En honor de la obra se ofrecieron muchos sacrificios de animales y humanos, en cada trayecto del acueducto, el cual desembocaba en el centro de Tenochtitlán. Sin embargo, el agua del acueducto fue llenando lentamente la parte salada del lago de Texcoco y hacia 1500, el nivel del agua inundó la cuidad. Tratando de escapar de la corriente de agua que llegó al palacio real, el emperador se dio un golpe severo en la cabeza (otras versiones cuentan que muere al caerle una viga). Siguiendo la versión de Alfredo Chavero, Ahuizotl sobrevivió mal herido a la inundación, pero nunca sanó de esa herida, se debilitó gradualmente hasta quedar en los huesos. De tal manera que los aztecas creían que era el hechizo de Tzutzuma o había sido envenenado por sus múltiples enemigos, muriendo en el año 1502 (10-Tochtli).

Ahuizotl recibió los honores mortuorios dignos de un emperador azteca, siendo sus cenizas depositadas en una urna. Su sucesor, Moctezuma Ilhuicamina no vería mejores días, un grupo de hombres blancos nacidos en tierras más allá de donde nace el Sol, habían llegado a la isla que sería llamada Cuba en un futuro cercano. Comenzaban los últimos años del imperio azteca.

Urna de Ahuizolt
Lápida de la urna funeraria de Ahuizotl

También hay que recordar que hemos sido fuente de inspiración para muchos a través de los siglos. Como por ejemplo, Vicente Riva Palacio un reportero que publico el periódico "El Ahuizote" (1874-1876) con el lema de "un semanario feroz aunque de buenos instintos". De ahí surgieron pasquines contra el gobierno mexicano de fines del siglo XIX como El hijo del Ahuizote. Incluso en el siglo XX, nuestro nombre fue tomado como símbolo de muchos semanarios políticos de crítica como El Nieto del Ahuizote. A pesar de nuestra pequeña popularidad, seguimos ocultos en las sombras de la historia. Somos demasiado reales para ser animales de ficción y demasiado fantásticos para ser realidad. El Ahuizotl una especie que siempre está en busca de algo que nos regrese nuestra identidad y nos deje descansar en paz.

ARTE ADICIONAL:
Un agradecimiento muy especial a Verreaux por permitirme mostrar sus dibujos bastante detallados sobre nosotros en esta página.

BIBLIOGRAFÍA:
Clavijero, Francisco Javier. Historia Antigua de México, "Sepan cuantos..." num.29, Editorial Porrúa, México, 1982.
Escalante, Yuri. El Ahuizotl. Arqueología Mexicana, Vol. VI Num.35, pag.56. Editorial Raíces - Instituto Nacional de Antropología e Historia, México, Enero-Febrero 1999.
Riva Palacio, Vicente. México a través de los siglos, Tomo III (Reimpresión colección original), pág.223-227 Editorial Cumbre, México, 1987.
Sahagún, Fray Bernardino de. Historia General de las cosas de Nueva España, "Sepan cuantos..." num.300, Editorial Porrúa, México, 1975.

Aztec Sun

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